Historia en Breve
- Los carbohidratos refinados, azúcar y grasas trans que se encuentran en los alimentos procesados son los principales transgresores alimentarios que causan cardiopatías, y no las grasas saturadas o el colesterol
- Aunque los peligros de las grasas trans son cada vez más reconocidos, los productos recomendados para remplazarla – los aceites vegetales – pueden ser incluso más dañinos
- Cuando se calientan, los aceites vegetales se degradan en productos de oxidación extremadamente tóxicos, como los aldehídos cíclicos, que causan inflamación severa y pueden dañar el tracto gastrointestinal
- Esto se ha convertido en una norma cultural junto con una alimentación baja en grasa, no obstante, las tasas de enfermedades cardíacas se han disparado, lo que demuestra claramente que la grasa saturada no es un factor contribuyente
- Los estudios han confirmado que los niveles más altos de colesterol están relacionados con una mejor salud y longevidad
Por el Dr. Mercola
Durante más de 6 décadas, la grasa saturada y el colesterol han sido injustamente incriminados como los responsables de las cardiopatías. Mientras tanto, las investigaciones han señalado reiteradamente que los carbohidratos refinados son el verdadero enemigo, al igual que el azúcar y las grasas trans que se encuentran en los alimentos procesados.
La primera evidencia científica que relaciona las grasas trans con las cardiopatías y exonera a las saturadas fue publicada en 1957 por el difunto Fred Kummerow,1 bioquímico y autor de “Cholesterol Is Not the Culprit: A Guide to Preventing Heart Disease.” (El colesterol no es el culpable: Una guía para prevenir las cardiopatías).
Por desgracia, las pruebas de Kummerow fueron desplazadas por el “Estudio de los 7 países” de Ancel Keys,2,3 que relacionó el consumo de grasas saturadas con las cardiopatías. El resto, como dicen, es historia.
El reanálisis posterior reveló que los datos elegidos fueron los responsables de generar el vínculo de Keys, sin embargo, para entonces el mito de la grasa saturada ya estaba profundamente arraigado.
La sesgada investigación de Keys divulgó el mito referente a la alimentación baja en grasas y reformó la industria alimentaria en las décadas subsiguientes. Conforme se fueron evitando las grasas saturadas y el colesterol, la industria alimentaria en cambio optó por utilizar azúcar y grasas trans (que se encuentran en la margarina, manteca vegetal y aceites vegetales parcialmente hidrogenados).